#A falta de villancico
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Les falta que me echen del pais Argentina cuando vuelva de Norteamerica bien poderosamente al todo osea como la señora de villancico
Ya hicieron conmigo un desastre
Me quitaron todo
Tuve que ir a Norteamerica a recolectar todo lo que siempre tuve y que nunca reconocí por algo que no sabía que me lo iban a quitar osea todo = mi futuro
Me dejaron en bolas estos argentinos bolivianos de porquería
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"Bisogna morire"
Publicación del poema “Bisogna morire” en el panfleto Nubes Nuevas (Nº 5, junio de 2024).
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No quisiera morirme en absoluto; mas, puesto que la gente me asegura que no me quedará otra alternativa, llegado el día postrer tan sin dulzura, solo pido una cosa clara y simple: que no tenga que ser en Navidad; aún menos en hospital indeseable vestido en armonía, mas sin gracia, con fechas, según dicen, entrañables (deben de serlo, puesto que acaparan todo uso de este término manido que ya casi parece que conserva ese aroma sutil y penetrante a espumillón guardado largamente); desprecio los tan tímidos destellos del frío fluorescente en las colgantes esferas de colores que pretenden ser frutos de un abeto tan estéril como serlo pudiera un tupperweare, que no sabría estar mustio de morriña cual Rosalía de Castro made in China porque para mustiarse hay que estar vivo y, para la morriña, tener tierra que haber bien conocido y que añorar; aun peor me lo pondríais si escogieseis uno de esos tan blancos, o tan rosas, o dorados, o azules, o granates, del non serviam (Huidobro) proclamantes negándose a plegarse por más tiempo a la orden del filósofo tirano que dijo que los árboles creados por el hombre debían parecerse a los paridos por la diosa Gaya, tan poco innovadora y reaccionaria; desdeño los belenes macilentos, de figuras artríticas y ríos de aluminio crispado cuyas truchas, de haberlas, estarían tan envaradas como ese San José con su cachava, a cuya sombra se enfresca ese botijo, del que nunca podrá dar un buen trago por mucho que su cara de resina, boca pintada encima de la barba, con la expresión pasmada y complaciente, acuse echar en falta un lingotazo; todo eso por no hablar de los payasos devenidos risueños papás noeles que querrían sentarse en mi camilla tocando un villancico al ukelele y a los que, no respondo de mis actos, bien podría atizar un bofetón; y otra cosa que veo impertinente es joderles la fiesta a mis parientes doblando mi tortura al exponerlos no solo al decorado merrychristmas del hospital en horas de visita, sino también al que haya, qué remedio, en ese tanatorio a las afueras, al que no faltarán un par de velas a pilas sobre el mostrador helado en el que rellenar los formularios con mis datos, ya nunca relevantes, y un cuenco de cristal resplandeciente que, porque estas son fechas entrañables, habrá trocado duros caramelos por blandos y harinosos polvorones; y eso sí que no puedo permitirlo.
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13. Lights
. 🐧 ࣪ ۪ 𐚁̸ ֺ۪ ⭒ ݂ ٫٫
𝗔𝗗𝗩𝗘𝗡𝗧 𝗖𝗔𝗟𝗘𝗡𝗗𝗔𝗥
@cocopalaceprjct
#CAD_13
Navidad cada vez estaba más cerca y entre el caos y la locura de las fechas no se detuvo en ninguno momento a disfrutar de las fiestas, de la ciudad y el increíble espectáculo que les brindaba Italia.
Aquella tarde, después de haber terminado con sus compras navideñas y todos los quehaceres, se preparó para salir, se había puesto aquel sweater que él le regaló y emprendió camino hasta la ciudad.
Quería admirar las luces del gran árbol es de la ciudad, la decoración y a las felices personas que le rodeaban cantando villancicos. La noche era especial, eran vísperas de navidad. La gente parecía incluso más feliz que otros días y eso, fue suficiente para animarle a contagiarse del espíritu navideño.
Ahora sonreía, observando las luces del árbol, las que adornaban la ciudad y les iluminaban de manera espectacular. A su lado sintió el movimiento de personas que decidió ignorar, estaba sumida en la maravilla delante de ella y no fue hasta que una mano cálida se entrelazaba con la suya para observar el panorama. No hacía falta voltear y confirmar que era él, simplemente el tamaño de su mano, el calor y el hormigueo le hizo comprender que se trataba de él. De repente las luces parecieron más brillantes y hermosas.
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Gringos: ☺️❄️Jingle bells 🔔🎶✨ jingle bells🎊💕👼 Jingle all the way,🎇🎄🎅Oh what fun it is ☺️✨ to ride In a one-horse open sleigh🐴🎅😍
Uruguayans and Argentinians alike: 💯🎆🎉PA-PA-PA-PA -PAPÁ NOEL👀🎅SE VA A MORIR🎅💀👻🤣CUANDO PASE POR😝💣🔥 EL RÍO URUGUAY🌅🤣😎💅
#A falta de villancico#What better than a song made by people protesting our factories via killing al viejito panzón?#argentina#uruguay#In latam we even kill Santa claus pasen la voz#Lmao#latin america
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El «Villancico de la falta de fe» de Luis Rosales
El «Villancico de la falta de fe» de Luis Rosales
Para esta Noche de Reyes, siempre mágica y especial, cuando los tres Magos de Oriente que han seguido la estrella que les ha guiado están a punto de llegar ya a Belén para adorar al Niño-Dios, pongo en el blog este «Villancico de la falta de fe» de Luis Rosales, cuyos versos nos invitan a reflexionar. (Entre paréntesis, una pequeña nota léxica para que se entienda mejor la referencia del verso…
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#La estrella es tan clara que no todo el mundo la ve#Literatura de Navidad#Literatura y religión#Luis Rosales#Poesía de Navidad#Reyes Magos#Villancico de la falta de fe
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La verdad que no me la pude pasar tan plena y despreocupada como otros años, agradezco tener a mi familia conmigo, pero me falta la mitad de mi corazón.
Lo digo en serio, si no nos devuelven nuestra libertad (toda libertad lleva responsabilidad), van a quebrar el espíritu de muchos.
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¿Cuánto queda?
Mi novia tiene el mal hábito de chequear cuánto falta para el final cada vez que vemos una película. Si estamos en el cine, me pregunta como quien no quiere la cosa a qué hora me parece que nos vamos a ir. Cuando vemos algo en la computadora, toca el pulsor simulando ingenuidad. Un día le pregunté si lo hacía a propósito.
-Busted - me dijo. Sí, habla inglés.
Mi novia habla inglés porque nació y vivió toda su vida en Estados Unidos. Vi su cara en internet (la vergüenza) pero nos conocimos en el puerto del Maritime Building en Nueva York y tomamos un ferry hacia la isla Governors. Ese día, uno de los primeros de julio, es ahora, oficialmente, la mitad de la película. Porque se puede elegir dividir la vida en capítulos, temporadas o tomos. La mía está dividida en volúmenes, como Kill Bill.
Ese día de julio podríamos haber estado en cualquier lugar del mundo menos en Nueva York. Uno nunca espera transpirar en la primera cita. Alquilamos una bicicleta doble a pedido de ella y hablamos sobre nuestras familias y todos sus defectos con chascarrillos ensayados. Pedaleamos cuesta abajo y empujamos la “bicicleta” cuesta arriba. Subimos a un falso monte y nos sentamos una al lado de la otra para ver en sol ponerse detrás de la Estatua de la Libertad. Se entiende por qué insisto en tener una perspectiva narrativa para la vida, ¿verdad?
Ese cielo anaranjado y amplio no se parecía nada al de hoy, grisáceo, parcialmente cubierto por rascacielos demasiado cuadrados para mi nostalgia. Las calles estaban abarrotadas de personas con bolsas de cartón balanceándose desde sus codos, de espacios negativos entre perros y dueños o de teléfonos celulares y gente posando para selfies. Manhattan no está bañado en una capa de nieve blanca porque la vida será una película, pero no es Mi Pobre Angelito. La multitud no usa solo tapados negros porque los turistas somos aconsejados ponernos tantas capas de ropa como sea posible. Es Manhattan en 2018, el Manhattan de Uniqlo.
Claramente no es el mismo cielo porque ya no es julio. Es diciembre. En los canteros de los edificios hay piñas en vez de flores. Las hojas de los árboles parecen haber cedido ante las tiras de lucecitas. No hay discusión de que es hermoso. Sin necesidad de reproducir música, puedo escuchar villancicos en mi mente al caminar por Rockefeller Center. Sin embargo, toda esta parafernalia navideña solo sirve para recordarme que julio quedó atrás hace rato. Y que la película está programada para terminar en enero.
Me pregunto si mi novia estará chequeando obsesivamente cuánto falta.
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¿Por qué me encanta la Navidad?
A tan solo un mes que comience la mejor época del año, escribo este post para platicar de lo que más me gusta de la Navidad y las demás festividades.
La Navidad es una de mis épocas del año favoritas. Es un tiempo en donde la gente está feliz, hay mucha paz, mucha armonía y sobre todo mucho amor. Lo que más me gusta de este periodo es que la comida nunca falta y me reúno con mis familias (paterna y materna) y con mis amigos. Además, adoro poner el árbol de Navidad con mi familia, los adornos, las esferas y la representación del Nacimiento de Jesucristo. Me gusta mucho que mi mamá prepare chocolate caliente en estas fechas.
Las fiestas decembrinas comienzan el 12 de diciembre, que es el Día de la Virgen de Guadalupe. Posteriormente, empiezan las pastorelas y las posadas. Estas últimas me encantan, porque tienen muchas actividades muy bonitas y divertidas. Entre ellas, el cántico de villancicos, la partida de piñatas, la bebida de un delicioso ponche y la degustación de una deliciosa comida. Mi parte favorita es romper las piñatas, sobre todo si traes los ojos vendados y no ves qué estás tratando de golpear. Luego, llega el 24 de diciembre, en donde las familias se reúnen para conmemorar el Nacimiento de Jesucristo (de acuerdo con la religión católica). Con mi familia, acostumbramos a convivir un rato, platicar, contar chistes, etc., para después arrullar al niño Jesús, simulamos su llegada al mundo. Más tarde, cenamos delicioso (pasta, bacalao, romeritos, pierna, postres) e intercambiamos regalos. El 27 de diciembre es mi cumpleaños, por lo que también es una fecha muy especial, jeje. El 31 de diciembre cenamos después de las doce de la noche y agradecemos por un año nuevo, en donde esperamos que haya mucha salud, amor, trabajo y felicidad. Finalmente, el Día de Reyes (06 de enero), acostumbramos a partir la tradicional Rosca de Reyes, y esperamos que el niño no venga en nuestra rebanada, para evitar comprar los tamales de la candelaria.
Y a ti, ¿te gusta la Navidad?
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No sé pero esta semana a sido toda la semana yo retándolo al villancico
En todo lo que hablamos en la semana fue todos los días de la semana con retos de mi parte
Todas las llamadas que hemos tenido en la semana cuando él me llama de Estados Unidos
Bueno
han empezado con discusiones de mi parte porque me dió celos por esto y por esto
Así se empieza
Después en la pantalla de la herrerona veo todo lo que la herrerona sube de todo lo que hace para remediar del a veces no hace falta que te lo diga para que te des cuenta que estás haciendo mal
Bastante para darte cuenta que cuando te atiendo las llamadas es retandote poniéndote las quejas desde Canadá echándote encima todas mis responsabilidades de mis celos que me dan
Y así soy gente
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Traducción Audiovisual
Por: Karina Ortega Ramírez, 28 de noviembre, 2021
¿No les ha pasado que están viendo una película doblada, y de la nada, el audio cambia junto con el idioma porque los personajes empezaron a cantar? Desde el minuto 1:28 hasta el 2:21, podemos ver un ejemplo de esta molesta situación.
youtube
Es extraño ver cómo el extra del minuto 2:02 dice “Gracias” pero el coro de personas canta “You better watch out, you better not cry…”. Tal vez para aquellos que hablan los dos idiomas puede ser algo irrelevante, pero, si el villancico tiene su propia traducción al español ¿por qué no emplearla?
Esta situación es muy común, y aunque sea un error que se debe evitar a toda costa, la falta de recursos e interés por parte de las distribuidoras hace más difícil que los traductores y actores de doblaje, puedan hacer bien su trabajo.
Hoy en día, la industria del entretenimiento está plagada de medios audiovisuales dirigidos a todos los públicos imaginables. Gracias a este auge, la traducción tiene una mejor reputación entre las masas. No obstante, muchos siguen creyendo que, para ser traductor, simplemente se necesita saber idiomas y la realidad está muy alejada a esa idea. En particular, la traducción audiovisual conlleva un nivel de complejidad mayor debido a la combinación de códigos que existen dentro de las obras tratadas. Y es la coherencia el factor más importante (por no decir fundamental) a considerar al momento de traducir estos productos, dado que debemos tener en cuenta elementos de todo tipo: culturales, sociales, temporales, sonoros y un largo etcétera, para que el resultado final sea entendido y disfrutado por el consumidor.
Con respecto a este tema, Linguaserve, (2019) menciona: Al fin y al cabo, el texto está pensado para el lenguaje hablado. Por lo tanto, hay que contar con un equipo de profesionales que puedan salvar las distancias culturales entre ambos idiomas y crear una traducción lo más exacta posible en la que se reproduzca perfectamente el sentido de esas expresiones y de esa jerga.
La traducción audiovisual también debe tener en cuenta los movimientos gestuales que el personaje pueda estar ejecutando, por lo tanto, existe un ajustador que se encarga de adaptar el texto hecho por el traductor a los movimientos bucales de los personajes con el fin de que visualmente, se vea lo más natural posible dependiendo del idioma al que la obra esté siendo doblada.
Así, este se abre paso rápidamente hoy en día gracias a la industria del entretenimiento a la que tanto nos hemos acostumbrado.
Referencia:
Bernal Merino, M. A. (2002). Análisis práctico de la traducción para los medios audiovisuales e introducción a la teoría de la traducción filológica. MG (Universidad de Alicante). https://www.worldcat.org/title/traduccion-audiovisual-analisis-practico-de-la-traduccion-para-los-medios-audiovisuales-e-introduccion-a-la-teoria-de-la-traduccion-filologica/oclc/648764157
Linguaserve. (2019, September 20). Traducción audiovisual, ¿qué es y en qué consiste? https://blog.linguaserve.com/traduccion-audiovisual-que-es-y-en-que-consiste
TEDx Talks. (2015, April 2). Los secretos ocultos de la traducción | Nadia García | TEDxYouth@Gijón [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=2BonoPalCYQ
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Audio
La humanidad está esperando
este mensaje de amor
que tanta falta nos hace
abramos el corazón.
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Glee «20 days for Christmas»
Diciembre de 2041
-Buenas tardes señorita… ¿necesita una mesa?... —preguntó la anfitriona del «Eleven Madison Park» con una pronunciación y ademanes tan elegante, que Lizzie pensó que ni ella, ni su peinado eran dignos ni de la recepción siquiera. -No… es decir si, todos necesitamos una mesa en la vida, ¿no cree?... porque comer en el suelo.. ¡hola!... —la empleada del restaurante la miro con los ojos mas que abiertos y se tomo el pecho como si estuviera escuchando lo increíble —en fin… no necesito una mesa porque de seguro mi Papá ya consiguió una con reserva previa y todo… —agregó empinándose para ver si distinguía a Kurt dentro del restaurante, el lugar era inmenso y elegante, había ventanales que abarcaban todo el alto de la pared, mesas con mantelería de género y sillas tapizadas, las más pequeñas estaban arrimadas a la pared y cada una era iluminada por apliques de luces que daba la sensación de intimidad en aquel espacio tan abierto— ¡allí esta! —exclamó señalando, la mujer retrocedió dos pasos y volvió a lo del gesto de sorpresa extrema— ¡Papá! —insistió Lizzie haciéndole señas a su progenitor, Kurt sonrió y le devolvió el saludo pero de manera moderada. -¿Usted viene con Kurt Hummel? -Si… es mi Papá… ¡Papá!, ¡diles que eres mi Papá! —grito agregando un par de chiflidos. -¿Es usted Lizzie Anderson? -La misma… ¿le muestro algo, o…? —respondió la aludida haciendo ademán de sacar su documento de identidad. -No es necesario… pase… —dijo la anfitriona señalando hacia la mesa en donde estaba Kurt esperándola. -¡Papá!... ¡que hay con este restaurante!... —opino Lizzie llegando hasta la mesa, era una de las más pequeñas pero al lado de uno de los ventanales— casi pensé que me revisarían contra la pared y me mandarían a poner traje largo y tacones… ¡hola!... —agrego la chica alzando las manos al cielo.
-¡Ay cariño!... ven… abrazame… —Kurt se levantó sonriendo y le dio un abrazo de lo más efusivo— ¿como estas cariño?... —pregunto sin soltarla. -Ahora un poco ahogada… pero bien… —respondió su hija como si realmente le estuviera faltando el aire. -Loca… —añadió su Papá apartándose, la miro un segundo y le acarició la cara con nostalgia contenida— cuéntame todo… ¿como estas? —dijo al tiempo que se sentaba. -Bien… la universidad es lo mejor… ¿te lo había dicho?... —contestó tomándose el mentón en señal de duda extrema. -En un par de ocasiones… -Bueno… es la verdad… ¡que lindo tu pañuelo!… ¿es nuevo? —preguntó Lizzie reparando en lo que Kurt llevaba en el cuello, se incorporó un poco para tocarlo y sentir de que tela estaba hecho. -Lo es… —respondió sonriendo. -¿Es de los que trajiste de Francia? -No… tu «Papáblen» me lo regaló… —agregó ampliando mas su sonrisa. -¡Uy!... —exclamó la chica dándole unos piquetes con su dedo— ¿por qué sería?... ¿algún aniversario especial? -No… es por algo que invento este año… me dara un regalo por cada dia que falte para Navidad. -¿En serio?... ¡el «Papáblen» es lo más romántico que existe!... -Lo es… -¡Uy!... —repitió su hija volviendo a lo de los piquetes, Kurt se defendió dándole de golpes con la servilleta— ¿ya tienes tres regalos entonces?…. ¿que son?... -Bueno, el primero fue un chocolate, el segundo, macarons de la «Vendôme»… -¿Los de champagne y fresa? -Los mismos… -¡Ay me encantan!... ¿pasemos a comprar?... por favor… —dijo poniendo las manos en posición de súplica. -Por supuesto… y esa actitud me lleva a pensar que no tienes acceso a muchos caprichos en tu departamento de estudiante universitaria. -¡Si que tengo acceso!... ¡mira lo obesa que estoy de tanto chocolate y pasteles!... —exclamó señalando una panza inexistente— pero volvamos a lo de tus regalos, ¿que crees que te dará como último obsequio? -No lo se cariño… y la verdad es que no me importa… -¡Mentira!... estoy segura y estás esperando que sea ese anillo de diamantes que quieres hace como mil años. -¿Acaso se cree sabihonda Señorita Lizzie Anderson Hummel? -Un poco… —respondió la chica levantando un hombro— en realidad mucho... estoy en la universidad, ¿lo olvidaste? -Con lo que me descuentan cada mes de mi cuenta bancaria,es imposible olvidarlo cariño… gracias —dijo Kurt tomando la carta de manos de la mesera que se la entregaba con ademanes aun mas elegantes que la anfitriona de la entrada, Lizzie se le quedo viendo con expresión divertida, no sin antes mostrarle la lengua a su Papá por lo que había dicho sobre la manutención de sus estudios. -Cuentame mejor eso sobre Londres, el «Papáblen» parecía super extra entusiasmado… —dijo Lizzie leyendo su menú. -Lo esta… ya sabes como se pone cuando se le ocurre una idea. -Lo se… —contestó soltando una pequeña risa— ¿y vamos a ir todos? -¡Por supuesto que sí!… ya medio habló con sus padres y con el mio, y todos están de acuerdo, solo falta saber si Cooper no tiene compromisos y si tu hermano invitara a Amelia… ¿tu quieres invitar a alguien? -No… estoy sola como dedo… -¿Y eso? —pregunto Kurt mirándola extrañado por sobre el menú. -Nada… ¿crees que no puedo estar sola acaso? -Obvio que puedes… solo me extraño, porque la ultima vez me hablaste de un tal… ¿como se llamaba? —dijo su Papá mirando hacia la Madison Av. como si allí estuviera el nombre del supuesto novio de su hija. -Se a quien te refieres, pero prefiero ni nombrarlo porque resultó ser un pesado con “p” mayúscula… —dijo Lizzie frunciendo el ceño. -Ok… le avisaré a Blaine para que no compre pasajes de más… —agregó Kurt sacando el teléfono del bolsillo interior de la chaqueta que había dejado en el respaldo de su silla— esto es raro… -¿Que cosa? -Tengo una llamada de la Señorita Barrett… -¿La maestra de Noah?... -La misma… debe haber sido cuando entre a usar el baño... la llamaré de vuelta… permiso cariño —dijo Kurt levantándose -Claro... ¡oye Papá!, ¿puedo pedir una langosta?... —añadió Lizzie moviendo sus cejas. -¿De verdad te comerás una langosta entera? —dijo Kurt mientras esperaba que le respondieran. -Podría… —respondió la chica encogiéndose de hombros, Kurt sonrió antes de decirle «hola» a la señorita Barrett.
-¡Noah!… ¡esperate!… -¿Que sucede Lincoln Garcia?... —preguntó el pequeño a su amigo mientras todos en la clase salían como desaforados al receso del medio dia. -¿Donde vas tan apurado?... —insistió abriéndose paso entre sus compañeros. -Afuera, la Señorita Katrhyn Barrett dijo que debíamos salir a tomar el aire… «Desmond» esta de acuerdo... -Esta nevando Noah… ¿que aire vas a tomar? -Uno muy frío… —respondió el aludido de inmediato como si estuviera en un concurso de preguntas y respuestas. -Si… claro… oye… mira lo que tengo… —dijo enseñando una caja plástica con tapa. -¿Es tu almuerzo Lincoln Gracia?... -No, es otra cosa mejor, el almuerzo me da vomitada… —Noah abrió un poco más sus ojos y se apartó un par de centímetros de su amigo, Mermaid Oberbroeckling se les quedo viendo tres mesas más alejada. -A mi no, ni a mi Papá, hoy se iba a juntar con mi hermana Lizzie Anderson Hummel a almorzar a «mediosdías»… creo que es un «repstaurante» muy conocido. -¡SI!, mis Papás también van, siempre dicen vamos a comer a mediodía… es un lugar popular supongo… —agregó Lincoln encogiendo sus hombros— pero mira, esto no tiene nada que ver… mi abuelita esta en la ciudada por navidad y me hizo esto ayer… —agregó enseñando unas 6 galletas de navidad de diferente diseño y llenas de colores, Noah sonrió al verlas y tomó el olor inspirando bien hondo. -Es como unas velas que tiene mi Papá... -Pero estas no son velas… se comen… ¿quieres? -No se… -¿Como no se?… ¿no tienes hambre? -Si, pero no debo comer algo que no se como lo hicieron… es por mi alergia… -¿Tienes alergia a las galletas? -No… -¿Entonces?… mi abuela dice que lo que ella hace es lo mejor… puedes tomar una para «Desmond» también —insistió Lincoln acercandole el envase de plástico, Noah salivo un poco al sentir aquel aroma tan tentador y estiró su mano sin decidirse del todo, su amigo saco una con forma de pino de navidad y le comió la estrella y la punta de un sola mascada— estan «supdguenas» —agrego con la boca llena, Mermaid pidió una a la distancia y Lincoln la invitó a acercarse. -Gracias Lincoln… —dijo la chica sacando dos, Noah no pudo resistirse mas y saboreandose antes de tiempo tomo una con forma de estrella y glaseado color rosa, la olió nuevamente y con una mordida la dejó con solo cuatro puntas.
-Gracias Señorita Barrett, voy de inmediato… —dijo Kurt terminado la llamada, se restregó frente un segundo para luego contarle a su hija lo que había pasado. -¿Que quería?... —quiso saber Lizzie levantándose al ver la cara de su Papá. -Quería decirme que Noah al parecer comió algo que le hizo mal y que esta en la enfermeria con dolor de estomago. -¿El «Goblin»?... ¡pero si el es muy prudente!… ¡hola! -Pero tiene seis años… no es posible pedirle prudencia si le ofrecen unas galletas llenas de colores. -¿Eso fue lo que comió? -De acuerdo a su profesora, si… —respondió Kurt como perdido en el tiempo y en el espacio. -Pero.. ¿esta bien? -... -¡Papá! -Si cariño… disculpa, me dijo que esta bien...—respondió como volviendo en si. -¿Hay que ir a buscarlo? -Así es… —dijo volviendo a lo del ensimismamiento. -No te preocupes Papá, estoy segura y no es nada tan grave, en ese colegio siempre exageran las noticias, una vez me dijeron que Alaska se había quebrado un pie, y solo lo había metido en el desagüe… ¡hola!... fue super divertido… —dijo Lizzie riendo de su propia anécdota con Alaska. -Cariño… —dijo Kurt tomándola de un hombro— ¿me puedes acompañar?, ¿o tienes algo que hacer? -¡Obvio que te acompaño!... y no tengo nada que hacer, y aunque lo tuviera Papá… —contestó su hija tomando sus cosas, Kurt sonrió al sentir que podía contar con ella incluso cuando ya no vivía bajo su techo y potestad— ¿vas a llamar al «Papáblen»? -Solo cuando sepa que todo esta bien… no quiero preocuparlo… —señaló Kurt poniéndose la chaqueta. -¿Y no se molestara o algo? —insistió su hija cruzándose el bolso. -Por supuesto que no, hoy es jueves y esta ensayando los villancicos con su banda… —explico mientras le hacía señas a cualquier mesero que quisiera verlo. -¿Cuando es la presentación en el programa? -La próxima semana… ¿¡donde estan todos los meseros?! —exclamó mirando a su alrededor, un par de clientes se voltearon ante aquella salida de protocolo impropia de un restaurante de cinco tenedores. -Este lugar es tan grande que tal vez se perdieron… ¡hola! -Cariño… ¿puedes salir y conseguir un taxi?... yo pagaré la cuenta… ¿de acuerdo? -¿Que cuenta?, si no hemos ordenado nada… ¡hola! -Lo se… pero tal vez nos cobren algo, la mesa o algo… ¿me haces ese favor? -Por supuesto… obvio… —contestó Lizzie levantando ambos pulgares, luego salió de lo mas veloz hacia la Madison Av.
-¡Señorita Barrett!... —exclamo Kurt en cuanto la divisó por uno de los pasillos de la escuela. -¡Oye Katrhyn!... —agrego Lizzie con chiflido y todo, la aludida se dio media vuelta de inmediato y les hizo una seña de lo más sonriente. -¿Todo lo solucionas con chiflidos cariño?... —quiso saber su Papá al tiempo que avanzaba con ella por el pasillo principal. -¡Es la mejor forma de solucionar todo!… ¡hola! -Señor Hummel… buenos días… —dijo la maestra extendiendo su mano. -¿Dónde esta mi hijo?... —pregunto Kurt olvidándose de los modales, Katrhyn frunció la boca y disimulo usando su mano estirada para acomodarse el ruedo del sweater. -Esta en la enfermería, pero todo esta bien… —señaló relajada. -¿Donde es eso?... -Tres pasillos a la derecha, la puerta con una cruz roja. -Ok… —dijo Kurt partiendo adelante, Lizzie se quedó mirando a la maestra como si sus reflejos fueran tres segundos más atrás que los de su padre, luego hizo una par de señas que la indicaba a ella, a él y al estómago de alguien y se encaminó también al encuentro con su hermano.
-Eso fue rudo… —dijo alcanzado a Kurt. -No tengo ni tiempo, ni cabeza para formalidades… ¿dijo tres pasillos o cuatro? -¡Ay Papá!, ¡yo estudie aquí!, se donde esta todo… ¡hola!... —contestó Lizzie tomando a su Papá de la mano, dobló en el primero de los pasillos para luego hacerlo tres veces más, dos a la derecha y una a la izquierda. -Lizzie Anderson si nos perdemos, te juro… -¡Enfermería! —interrumpió la chica señalando la puerta con la cruz roja. -Eres una loca… pero gracias por acompañarme… —dijo Kurt dándole un beso en al mejilla antes de golpear la puerta, ambos escucharon un «adelante» como de alguien que esta encerrado en un baúl o en un tarro con tapa. -Permiso… —añadió asomando la cabeza, Lizzie también se asomo y vio de inmediato a Noah acostado en una de las camillas. -¡«Goblin»!... exclamó haciéndose espacio entre su padre y la puerta. -Lizzie Anderson Hummel… ¿eres tu acaso? —preguntó el pequeño sonriendo, Kurt suspiró hondo y dio gracias a quien correspondiera por el bienestar de su hijo. -¿Quienes son ustedes?, ¿que necesitan? —preguntó la encargada emergiendo desde detrás de un mueble más antiguo que todo la ciudad de New York. -Buenas tardes, mi nombre es Kurt Hummel-Anderson, soy uno de los Papás de ese pequeñito —dijo señalando a Noah. -Por supuesto, ¿le dijeron lo que había pasado?... —preguntó mientras buscaba algo bajo una ruma de papeles. -Me explicaron… —respondió Kurt sonriéndole a su hijo que en ese momento era besado y apretujado por su hermana. -Perfecto… de acuerdo a esto la alergia de su hijo no es grave… ¿verdad? —dijo leyendo la información en la ficha personal de Noah. -No tanto, lo fue cuando pequeño pero como tomamos todas las precauciones posibles, pareciera que no tuviera nada. -Entiendo… muchos niños no manejan sus problemas de salud, pero este pequeñito parecía saber todo sobre su alergia a la leche… lamentablemente su compañerito no tenía idea… -No hay problema, son niños, ¿que más se puede esperar?. -Muy cierto… —dijo escribiendo algunas cosas— como le dije, la enfermera lo examinó y como no tuvo vómitos, sino una leve indigestión y flatulencia… creo que no es necesario que lo lleve a un hospital, pero si lo cree necesario para su propia tranquilidad... -Lo creo… —interrumpió Kurt tomándose el pañuelo que llevaba al cuello. -Lo imagine… ire a buscar el permiso para que retire de inmediato… gusto en conocerlo… —dijo estrechandole la mano. -Igualmente… —respondió Kurt sin importarle que ni siquiera había preguntado por el nombre de quien lo había atendido. -Papá… cometí un error… —dijo Noah haciendo un puchero que se acrecentaba a medida que su Papá se acercaba a él. -No te preocupes cariño… todos cometemos errores… ¿como estas?... —preguntó acariciándole el cabello. -Bien, pero me dolio mi panza, comos me hubiera comido una serpiente… -¡Ay «Goblin»!... ¡asco! -Lo se cariño… ¿y como te sientes ahora? -Mejor… pero se me salieron unos ruidos como de cerdo… —explicó tapándose la boca. -Se llaman flatulencias cariño… y no tienes porque avergonzarte… es normal si comes algo que no debes. -Perdóname Papá… pero Lincoln García dijo que lo que hacía su abuelita nunca hacía mal a nadie… —contó el pequeño queriendo llorar. -Lo más probable que así sea, pero tu pancita es especial y no puedes comer lo que comen todos… lo sabes de sobra. -Si… —dijo bajando la cabeza, Lizzie se tomó al propia como si no pudiera con la angustia que le provocaba la situación de su hermano— ¿estás enojado?... — agrego jugando con sus dedos. -Por supuesto que no bebé, solo me preocupe un poco por tu bienestar… —respondio dandole tres besos seguidos en la frente. -¿El «Papáblen» sabe que estoy en la enfermería? -No lo sabe cariño… pero ahora se lo contaré... -¿Aun podre viajar a Londres para ver a Liverpool Westbrook Stewart? -Por supuesto que si… la enfermera que te atendio dijo que todo estaba bien, pero para estar más seguros, luego hacemos una cita con la doctora «marshmallow» -Se llama Mushahwar Papá… —corrigió Noah riendo de manera pequeñita. -Lo se… —dijo Kurt sonriendo también. -¿Tengo que volver al salón de clases? -No bebé, como te sentiste mal… podemos irnos a casa… -¿A casa Papá? —repitió Noah tomándose la cara. -¡Lo se!... —exclamo Kurt emulando el gesto de sorpresa de su hijo— ¿que tal si vas saliendo con tu hermanita y yo me quedo aquí esperando el papel de tu licencia?… —añadió ayudándolo a bajar de la camilla. -Eso… vamos «Goblin», hay que ir a por tus cosas también… sígueme —dijo Lizzie cogiendo a su hermano de la mano. -¿Y tu sabes donde esta mi salon Lizzie Anderson Hummel? -¡Obvio «Goblin»!, yo estudie aquí también… ¿te han dicho que hay un salón donde aparece un fantasma?... —Noah se tapó la boca para luego hacer todas las preguntas al respecto, Kurt soltó un suspiro de alivio y sacó su teléfono para llamar a Blaine, mientras se conectaba, aprovechó la soledad de la enfermería para recostarse en la camilla donde segundos antes había estado su hijo. -¿Kurt?... —dijo Blaine del otro lado del teléfono. -Hola… ¿te interrumpi? -Tú nunca interrumpes… aunque en realidad si interrumpiste algo, estaba a punto de quebrar mi guitarra en la cabeza de alguien que cree que «Santa Baby» es un buen villancico. -¡¿Quién puede creer que «eso» es un buen Villancico?! -Lo se… pero hay gente para todo… creeme… -Claro… —dijo Kurt con voz desganada. -¿Estás en el restaurante?... ¿ya llegó Lizzie? -No, tuve que hacer un cambio de planes… estoy en el colegio de Noah. -¿En el colegio de Noah?... ¿que paso? -Nada grave… déjame contarte… —dijo dándose media vuelta en la camilla como si estuviera acomodado en su propia cama.
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Self-para I:”We can make a beautiful Christmas...”
It's Christmas (it's Christmas) We'll decorate the halls with love and cheer We can make a beautiful Christmas We can make the world shine bright As long friends and family are with us Every star will shine tonight...
Washington D.C. -- 24 de Diciembre, 2015
El timbre sonó puntualmente a las 7:45 de la noche, y antes de que cualquier miembro del servicio pudiera acercarse a la puerta, Amelia salió disparada desde la cocina. Sus manos estaban al aire, aferrando emocionadas un par de trapos de cocina y el delantal blanco atado en su cintura volaba haciendo contraste con aquel vestido de estambre verde oscuro que su hermana había elegido personalmente para que ella vistiera. En cualquier otra ocasión, se hubiera quejado por aquella fascinación de Grace por vestirla como si fuera su muñeca, pero no hoy. Tal vez cuando su hermana tuviera sus propios hijos –que todos esperaban que fuera muy pronto-- por fin la dejara en paz.
—¡Ya está aquí, ya está aquí…!
Su hermana apareció desde la habitación continua al escuchar sus gritos, una sonrisa amplia como siempre decorando su bello rostro de porcelana.
—Amy, deja que…
El chillido emocionado por parte de la menor de los Bradford interrumpió sus palabras cuando, al abrir la puerta, sus ojos reconocieron la figura de su hermano mayor.
—¡Ben! —Exclamó con alegría, saltando para abrazarlo con fuerza. —¡Por fin llegaste!
Sintió el cuerpo de su hermano dar un paso atrás producto de lo intempestivo que había sido aquel abrazo, pero también sintió sus brazos rodeándola con fuerza y una profunda risa reverberar en su pecho. Parecía que no se habían visto en una eternidad y, en cierto sentido, así había sido. La última vez que habían estado juntos en persona había sido en su cumpleaños el año pasado. Entonces Ben había sido desplegado nuevamente a Iraq junto con su unidad y ella había regresado a Europa para continuar con su entrenamiento en la cocina de uno principales chefs de París, así que las visitas al país de ambos no habían coincidido hasta ahora.
—¡Vaya recibimiento! —Lo escuchó decir, levantándola un poco antes de dejarla apoyar los pies en el piso de nuevo. —Dios, ya no eres tan ligera, AJ. Me provocarás una hernia. —Bromeó apartándose. Era extraño ver una sonrisa tan amplia en el rostro de Ben, pues solía ser bastante reservado; pero eso sólo demostraba lo especial que era aquella ocasión. —¿Qué es ese olor? ¿estás quemando la cocina?
Amelia hizo un pequeño puchero, pero antes de que le diera una réplica ingeniosa, Grace se acercó a ellos. La sonrisa seguía intacta en sus labios, pero ahora sus ojos castaños brillaban producto de las lágrimas que intentaba contener.
—Basta, —le advirtió a su hermano mientras lo abrazaba y dejaba un beso en su mejilla. —No la molestes, que ha pasado todo el día cocinando y no ha dejado que nadie entre a ayudarle.
—Ella bromea. El único esclavo aquí he sido yo. —Interrumpió Matthew, el esposo de Grace, apareciendo desde la cocina con otro trapo de cocina limpiando sus dedos antes de estrechar la mano de Ben.
Amelia sabía que estaba sonriendo como tonta al ver aquella escena, pero no podía evitarlo. Por fin estaba con sus tres personas favoritas en todo el mundo y aquello no hacía más que darle algo más que especial a aquella cena de Navidad. Faltaban sus padres, lo sabía. Pero habían decidido pasar las fiestas con sus abuelos en Dover y no podía decir que aquello no hubiera sido lo mejor para todos. Especialmente para ella. Aún no estaba lista para cocinar para ellos, sabiendo que era más que seguro que su madre criticaría cada uno de sus movimientos, si es que le permitía poner un pie en la cocina para empezar. Pero ahora estaban ellos cuatro, en la histórica casa Lafayette que era la residencia de su hermana y su cuñado en Alexandria, y ella por fin podía demostrar lo mucho que había mejorado desde que había decidido hacer de la cocina su estilo de vida.
—¿Nos vas a preparar pavo al estilo…? ¿dónde se supone que estabas? —Preguntó su hermano, haciendo ese gesto curioso que le hacía parecer más joven mientras intentaba hacer memoria. —¿Bombay?
—Dubái. —Le corrigió. El temporizador del horno sonó desde la cocina y Amelia comenzó el camino de vuelta. —Estaré en Mumbai el próximo mes.
Lo vio suspirar, pero justo ahora el horno exigía su atención.
—No deberías dejarla viajar tanto sola.
—No lo hago. ---Respondió Grace. ---Lleva dos guardaespaldas y hablamos con ella cada noche.
—¡Si ya terminaron de hablar de mí como si fueran nuestros padres, pueden ir pasando al comedor! —Exclamó ella desde la cocina.
Decir que se había esforzado en aquella cena, era decir poco.
Desde que había regresado a D.C. había tenido la firme intención de preparar algo sumamente especial para Navidad. Sabía que era la fiesta favorita de su hermana y que su hermano iba a estar en casa para ese día también, no podía echarlo a perder. Había planificado con suma conciencia cada receta, buscado cada ingrediente en los mejores lugares, todo para conseguir algo que pudiera expresar lo extremadamente agradecida que estaba con cada uno de ellos. Y no lo decía sólo porque Matt y Grace seguían acogiéndola cada vez que ella volvía a Estados Unidos, pues aún no se sentía lista para vivir sola, sino porque los tres seguían teniéndola en su vida, no por obligación sino porque realmente así lo querían, y eso era algo que Amelia siempre les agradecería.
—¡Esto es… increíble, Amy! —La exclamación ensoñada de su hermana al ver el banquete dispuesto en la enorme mesa del comedor, consiguió aliviar algo del nerviosismo que había corrido por su sistema al terminar de arreglar todo.
Bien, tal vez había exagerado un poco al preparar tantos platillos para sólo cuatro personas. Pero sólo un poco.
—No lo hice yo sola, Matt ayudó.
Su cuñado se había ofrecido a ser su asistente durante todo el día, aunque rápidamente él hizo aspavientos con su mano.
—Olvídalo, el crédito es todo tuyo, Ames.
Ben puso la mano en su hombro, dándole un pequeño apretón, y dejó un beso en su cabeza mientras pasaba a sentarse.
—Nada mal, A.J. Parece que los franceses sí te enseñaron bien.
La sonrisa se hizo un poco más amplia en sus labios al escuchar todo aquello. Y aunque el nerviosismo continuó cuando los vio probar cada uno de los platos, tuvo que contener las lágrimas cuando todo lo que recibió fueron elogios y expresiones placenteras.
Las siguientes horas se fueron como agua entre los dedos, los cuatro envueltos en una amena charla mientras cenaban, poniéndose al tanto de lo que había sucedido en las vidas de todos en aquellos meses. Anécdotas nuevas y otras no tanto iban y venían en la conversación y en muchas ocasiones hacían que los cuatro estallaran en risas que definitivamente los hacían sentir como en casa.
—¿Y bien? ¿Por qué brindamos? —Preguntó Grace al terminar con el postre. Su mano buscando la de su esposo sobre la mesa, y la de él alcanzándola como si hubiera estado esperando aquel contacto desde hacía siglos.
Amelia no pudo evitar preguntarse lo que sería sentir algo tan intenso y especial por alguien y ser correspondida. Porque no hacía falta más que mirar a Grace y Matt por dos segundos para darse cuenta de que habían sido hechos el uno para el otro.
—Que la chef haga los honores. —Las palabras de Ben la sacaron de sus pensamientos.
—¿Amy?
Amelia comenzó a negarse, pero poco pudo hacer cuando tenía a los tres haciendo un frente unido en su contra. Se acomodó el cabello detrás de la oreja y tomó su copa de champán.
—Yo… quiero brindar por ustedes. —Comenzó tras un largo instante de haberse quedado mirando el bordado del mantel mientras meditaba un poco lo que diría. —Por mis hermanos, Benjamin y Grace, que a pesar de todos mis errores y metidas de pata a niveles desproporcionados siguen aquí, conmigo, al pie del cañón sin importar que no he sido la mejor hermana menor y que los vuelva locos todo el tiempo. —Su mirada pasó al hombre de cabello negro a su izquierda. —Por mi cuñado, Matthew, que a pesar de ser la persona más aburrida del mundo siempre es capaz de hacer reír a Grace y es el mejor asistente que cualquier chef pueda pedir porque obedece sin quejarse. Porque siempre estén juntos, porque cumplan sus metas y sueños, porque el amor y el cariño sigan presentes en sus vidas en todo momento, y porque sean felices, muy felices hasta que exploten… bueno, no literalmente. Ustedes entienden. —Divagó un poco, siendo usual en ella cuando se encontraba nerviosa; pero las risitas de los demás le brindaron más confianza. —Y también brindo… porque esta Navidad no he incendiado nada y eso sólo demuestra lo perfecta que es, ¡salud!
—¡Salud! —Escuchó al unísono, risas sobreponiéndose al sonido de los villancicos que Grace había insistido en escuchar mientras cenaban.
—A eso yo le llamo un gran discurso. —dijo su hermano con aire divertido. —Le has enseñado bien, Calloway.
—Tiene un talento natural.
—¡Bien! —Interrumpió Grace, dando pequeñas palmaditas emocionada. —¡Es hora de abrir los obsequios!
Amelia debió saber que debía esperar algo sacado de proporción cuando vio aquella enorme sonrisa en el rostro de su hermana, aun así, nada la preparó para la cantidad de regalos que se amontonaban debajo del inmenso árbol de Navidad en la esquina más alejada de la estancia. Si alguien buscaba una imagen de cómo sería la Navidad para una familia sureña de clase alta, bien podría haberle echado un vistazo a aquella habitación donde cada rincón destilaba aires festivos hasta el punto de casi parecer algo sobrecargado.
Los cuatro se sentaron sobre la alfombra frente al fuego de la chimenea, bebiendo champán mientras uno a uno abría los obsequios de parte de los otros. Una oportunidad que Amelia aprovechó para entregar cosas que había traído consigo de sus viajes más recientes.
—Éste es de parte de los tres para ti, Ames. —Le dijo Matt repentinamente cuando pensó que ya habían terminado de abrir los obsequios.
Amelia alzó ambas cejas e intercaló la mirada entre el rostro de su cuñado, los de sus hermanos y la caja rectangular que se extendía hacia ella.
—¿Es otro suéter feo? —Preguntó en broma, achicando la mirada con sospecha. —Porque Grace ya me regaló uno.
—¡Ese suéter te queda perfecto! —Exclamó su hermana, apuntando a la prenda que ella ahora vestía por petición general.
Jamás había pensado que vestiría a Rudolph y que su nariz destellaría por culpa de un pequeño foco en su interior, pero sí, Amelia siempre estaba dispuesta a hacer sacrificios con tal de ver a su hermana sonreír.
—Vamos, A.J. no nos hagas esperar. ¡Nos haremos viejos aquí!
Amelia le enseñó la lengua en un gesto infantil y entonces por fin se atrevió a rasgar el papel dorado que envolvía la caja.
—Mierda… —Fue lo primero que salió de sus labios al ver las iniciales “MAC” en el estuche que había dentro, una marca japonesa que sus jefes no habían dejado de elogiar como la mejor hasta el momento. Rápidamente alzó una mano para cubrirse la boca y miró a todos. —Lo siento, yo... no sé qué decir.
Sus manos temblaron un poco mientras se animaba a abrir el estuche negro. Una docena de cuchillos y otros instrumentos de cocina se encontraban perfectamente alineados, brillante metal contrastando con la tela negra suave que los envolvía, y cada uno de ellos dejando que las iniciales de su nombre destellaran bajo la tenue luz que les rodeaba. Era un set de cuchillos de cocina personalizado, no sólo por llevar las letras de su nombre, sino porque bastaba ver el diseño para saber que habían sido creados para unas manos pequeñas y delicadas como las suyas y no bajo un molde comercial. Varios miles de dólares conjugados en un espacio tan pequeño, pero eso no era lo que los hacía realmente valiosos para ella.
—Todo chef que se precie de serlo necesita un buen set de cuchillos, ¿cierto? —Comentó su hermana, cambiándose de lugar para sentarse a su lado. Le pasó un brazo por los hombros y la acercó para dejar un beso en su sien. —Así que… creímos que serían un buen obsequio. Ya sabes, para cuando te canses de vagar por el mundo y decidas que quieres estar en tu propia cocina. Esperamos que te gusten.
Por toda respuesta, Amelia se giró para abrazarla con fuerza.
—Son perfectos. Muchas gracias, Grace. —Murmuró en medio del abrazo antes de apartarse e ir a abrazar a su cuñado y finalmente a su hermano, quien parecía estar realmente emocionado al ver su expresión mientras abría aquél obsequio.
—¡Miren, por fin comenzó a nevar! —Exclamó Matt, apresurándose a la ventana.
Oahu, Hawaii. 24 de Diciembre, 2017…
Aquella había sido una Navidad perfecta, pero esta no se quedaba mucho atrás.
O así lo pensó Charlie mientras revisaba aquel montón de Polaroids nuevas que tendría que acomodar en su famoso -y algo caótico- libro de recortes. Siempre había sentido cierta debilidad por las fotografías instantáneas, no por su calidad o falta de ella, sino porque amaba lo fácil e inmediato que podían capturar un momento especial.
Su casera había insistido en organizar una cena navideña, pues en sus palabras, “Gracie merecía que su primera navidad fuera digna para recordar” y, aunque en un principio Charlie no había estado del todo segura, había bastado ver lo mucho que se habían esforzado en la decoración de la casa como para terminar aceptando. Sólo habían sido ellas tres, Joe, su pareja y su madre, pero para Charlie había estado bien. Se había esmerado por hacer una cena deliciosa para todos y al final habían intercambiado obsequios antes de que sus invitados se despidieran poco después de las diez de la noche. Algo comprensible si se pensaba que el bar estaría abierto hasta la mañana siguiente. Y dado que no tenía más familia en la isla, a Charlie le había parecido adecuado celebrar la ocasión con las personas que la habían acogido primero al llegar, que le habían tendido una mano a pesar de conocer su pasado, y que definitivamente habían sido un pilar fundamental en su camino a la nueva vida que estaba construyendo para ambas.
Se acomodó mejor en el centro de su cama, con Gracie sentada entre sus piernas, bastante despierta para ser tan tarde. Sus dedos sostuvieron entonces la última fotografía que había tomado de su hermano mayor, por primera vez en meses preguntándose qué estaría haciendo él en esos momentos. ¿Aún estaría desplegado en Iraq? Su padre había dado a entender que no. Que sería parte de los soldados que regresarían como parte de la desocupación a inicios del año. De ser asi, ¿qué habría pensado al saber que ella había huido? ¿La extrañaría? No es que no hubiera pensado en él en todo ese tiempo, pero cada vez que su recuerdo había aparecido en su memoria, Charlie se había esforzado para reprimirlo, convencida de que recordar a las personas de su pasado haría reiniciar su vida algo más doloroso.
—Él es tu tío Ben. —Dijo repente, junto al oído de su pequeña. —Sé que parece demasiado serio para vivir la vida, pero sabe reírse… de mí, principalmente. —Tomó la siguiente fotografía y entonces se congeló. —Y ellos…
Pasó saliva con dificultad.
Su memoria rápidamente despertando el recuerdo de la ocasión en que aquella foto había sido tomada: una cena de beneficencia, el primer evento social al que ella había asistido desde que se había mudado a Washington D.C. y probablemente el primer evento del que no había sido echada por culpa de algún desfiguro público. Grace había estado vestida con un delicado vestido plateado con bordado en hilos dorados, su cabello recogido en un elegante moño que dejaba al descubierto su rostro angelical y la costosísima gargantilla de diamantes Harry Winston que decoraba su cuello, regalo de su familia política, mientras que Matthew había vestido un elegante esmoquin hecho a la medida justo para esa ocasión. El brazo de Matt sostenía a Grace por la cintura, manteniéndola cerca mientras ambos se miraban a los ojos con expresiones sonrientes. Ella había tomado esa foto. Les había dicho que debían practicar para el día en que Matt fuera presidente y que debían dar sus mejores expresiones de ‘miembros de la realeza’. Con lo que no contó fue con que Matt comenzaría a hacer gestos y una vez que Grace lo notó, le fue imposible contener la risa. Charlie había oprimido el botón justo en ese momento y sin querer había capturado una imagen que los describía perfectamente. Una pareja sumamente clásica, elegante, pero plenamente feliz y enamorada, nada más que calidez y afabilidad transmitida por una sola imagen.
El peso de sus acciones pasadas cayó de nuevo como una pesada losa sobre sus hombros y de inmediato comenzó a preguntarse cómo habría sido esta noche si las cosas hubieran sido diferentes. Nieve cayendo sobre Alexandria fue lo primero que se le vino a la mente y entonces no pudo detenerse.
Le fue imposible no imaginar a su hermana sosteniendo a su bebé en brazos, junto a un árbol de Navidad inmenso como el que habían puesto aquella noche, tan sólo un par de años atrás. Lo maravillados que estarían todos por aquella pequeña a la que sus padres seguramente no dejarían de cargar y besar porque su presencia en sus vidas por sí misma habría sido el mejor regalo que habrían recibido para esa noche. Imaginó a sus padres, siendo los abuelos que estaban destinados a ser. Una expresión serena puesta en el rostro de su madre porque sabía que, incluso con el carácter frío que siempre esbozaba, nada le habría hecho más feliz que tener un nieto por parte de Grace. Y ni qué decir de su padre… seguramente estaría encantado con la pequeña, llenándola de regalos y atenciones. Pensó también en su hermano, Ben, de visita en la ciudad acompañado de aquella chica que había sido su novia en la universidad y con la que había terminado cuando había sido desplegado la primera vez. Si él ya estaba en casa de manera definitiva, entonces nada habría impedido que se comprometieran y seguramente lo habrían hecho durante junio o julio porque todos en la costa este se comprometen en verano. Y entonces se imaginó a sí misma llegando justo antes de comenzar a cenar, algo tarde para los estándares de su hermana mayor, pero plenamente justificado porque habría estado trabajando hasta el último minuto como sous chef en Nueva York y habría tomado el último vuelo comercial hacia D.C.
Pero nada de eso sucedería.
No porque su familia estuviera llena de fallas sino porque ella había elegido un camino diferente y ahora aquí estaba. Miles de kilómetros la separaban de lo que era y de lo que pudo haber sido. La convert��an en una ladrona de momentos, de esperanzas y sueños.
Pero sabía que debía seguir adelante.
“Tú eres su madre, Charlotte.” —Le había dicho su casera al inicio de la noche, cuando una vez más se había referido a su hermana como la madre de Gracie. “Podrá no tener tus genes, o lo que sea que te diga la ciencia; pero lo eres. No sólo porque la cargaste nueve meses en tu vientre y la diste a luz, sino porque has decidido pelear por ella desde el primer momento. Tú elegiste ser su madre, mereces serlo y ya es hora de que lo creas...”
Tomó una profunda respiración y volvió a mirar la imagen.
—Ellos son… tus tíos Grace y Matt. —Dijo con voz quebrada, batiendo las pestañas para alejar las lágrimas y entonces sonrió suavemente. —No los conociste, pero ellos te amaban. Muchísimo. Incluso cuando apenas sabían de ti. Eran las personas más geniales que había en el mundo. Y fueron ellos los que me dieron la oportunidad de tenerte, así que… si estamos juntas ahora tú y yo, es gracias a ellos. Y no tengo duda de que los habrías amado tanto o más de lo que yo los amé…
#( ☆┆ self paras ❞ )#( ☆┆ p: we can make a beautiful christmas ❞ )#esto estaba en mis drafts desde la semana pasada lol#ignórenlo tenía ganas de escribir un para y esto es un flashback kilométrico asdfasdfsfjkl#lo que pasa cuando se escucha el album navideño de sleeping at last... varias veces jajaja
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☞ Sobre flashbacks a mis navidades de chiquita.
Antes que anda, LOS REYES MAGOS siempre fueron nuestros gallos y patrocinadores. A nosotros NUNCA nos trajo nada Santa. Santa no fue NADA en nuestra vida, y la verdad es que nunca nos hizo falta. Agradezco a mis papás no habernos mentido con ese cuento, mientras que los Reyes Magos, OBVIAMENTE SON REALES.
1- Posadas- Agradezco a ambas partes de mi familia por haberme dado diferentes experiencias, ambas lindas y chingonas.
Por parte de los Sánchez la cosa iba así:
Llegábamos a casa de mi abuelita Bárbara y dejábamos los regalos debajo del piano de cola enorme y hermoso que mi abuelita tenía.
Había un rato para ponernos al corriente y jugar un poco con los primos.
Hubo unos años en los que empezábamos con una pastorela actuada por las primas (2) y los primos (8). Por ahí tenemos fotos de la primerísima actuación de TODAS/OS.
Después comenzaba el concierto de piano por parte de todos los pianistas de la familia. Empezábamos por los más pequeños, culminando con mis primos “grandes” (Rodrigo, Diego y Sebastián) y mi tío Tomás a veces. Definitivamente mi amor por el piano, viene de esta tradición familiar.
Después del concierto, venían los regalos. Las niñas/os eramos los encargados de darlos. Gritábamos los DE y los PARA más de una vez, por todo el ruido que había. Siempre había alguien que no había escuchado bien. (por ejemplo: DE Familia Núñez Sánchez, PARA Abuelita Bárbara)
Después venía la cena. Ade, Rosa e Igna eran las chefs, y cómo extraño su comida! Por lo general comíamos pavo con gravy, pasta, a veces pure de papa, y manzana en dulce. Siempre había en todo el departamento, platitos de papel con turrón de Jijona muy rico.
Después de la cena, cada quién para su casa con el itacate, por supuesto. El recalentado al otro día nunca faltaba.
Por parte de los Núñez la cosa iba más de esta manera:
Con ellos la cosa siempre ha sido más religiosa. Aunque nosotros nunca hemos sido muy religiosos (yo, actualmente 0%),siempre lo disfrutábamos mucho.
Llegábamos y poniamos los regalos debajo del árbol de navidad.
Cuándo eramos más pequeños, mis tías organizaban una posada 100% mexicana. Pedíamos posada como ésta familia con velas que nos quemaban un poco con su cera.
A veces hubo piñatas de barro con fruta adentro, y piñatas de cartón con dulces adentro.
A veces mis tías organizaban el “vestir al niño dios” , mecerlo y hasta le dábamos un beso. (en ésta, me costaba trabajo mantener una cara seria)
Mi tía Cármen organizaba la prendida de las velas de adviento, y en Navidad prendíamos la última.
En casa de mis tías y tío Tana, siempre se daba las gracias antes de comer y era algo lindo, aunque nosotros nunca lo hacemos.
Repartíamos los regalos, cada familia dando lo que había traído.
Tengo la memoria de que en casa de mis tías si nos traía Santa Clos, por lo menos algunos años. Ya no se si estoy confundiendo.
Mi tío y primos compraban cuetes y luces de bengala para esa noche y aunque odiaba las “palomas” que explotaban cual bombas, los que sacaban lucesitas eran increíbles.
Mis tías cocinaban hasta que Tato empezó a ser el chef de la cena.
Antes de que cumpliera 15 años, me iba a jugar con mis primos y hermano. Podía pasar horas y horas jugando con ellos, era lo más divertido. Cumplí 15 años aprox, y de ahí en adelante me iba a leer o ver tele al cuarto de mi tía Lety. Me empecé a hacer medio huraña, pero más que nada era una adolescente. A veces cuidaba de mi primo Santiago, el más pequeño.
Al final, cada quién para su casa. Me sabía el camino en coche de memoria.
2-No sé si era cosa de mis papás o de todo México en los 90s, pero por lo menos yo crecí con villancicos españoles. <----Específicamente estos.
#egologia#méxico#posadas#piano#musicologia#pedir posada#tradiciones mexicanas#comidologia#familia#los núñez#los sánchez#navidad
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Hasta el villancico se avergonzó conmigo
Yo al villancico lo avergonzé por yo ser tan puta
El villancico se sintió muchas veces intimidado por mi y lo demostró muchas veces
el villancico SIEEENDO ACTITUDES FEMENINAS de mariquita MARIJAJÚ fue como dije AAAAAAAANDAAAAAAAAAAAA
Otro
Me aburre lo que no me pone emoción de cochinada
Me aburre lo fruncido
No me gusta que sean mariquitas
Tanto hombres como mujeres
YA TODO EL MUNDO SABE QUE SOY UNA PUTA
Para que se fruncen
o porque se avergüenzan después
Nononono esto es SIN VERGÜENZA Y CON MI FUEGITO XXX 🔥
Si yo no subía las cosas por subirlas
Yo las subía porque SOY PUTA
y lo hacíamos apropósito con la herrerona cagandonos de la risa con toda la intención de la picardía
La herrerona las subió a todas
MI COLECCIÓN DE MI PUTERIA
E hecho todo público hasta eso de mi fan subir a las tipas que se han querido hacer las putas conmigo
Después se detectan si son putas o no cuando niegan o se tapan la cara después de que se me tiraron
Para eso NO HAGAN nada y listo
Yo al villancico lo dejé por eso porque es re tarado de le falta animación
para mi que ese no se termina de desarrollar como puto
le falta mucho a ese
BASTANTE si
Tal cuál
Un patriótico de la cooperativa 22 es más valiente así se lo digo
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